miércoles, 20 de abril de 2011

CARTAGENA/ Santos con permiso para procesionar

La Cartagena más tradicional, en la que se funde el ambiente castrense con la devoción de la Semana Santa, se pudo respirar ayer en la ciudad durante los traslados de Santiago, San Juan y San Pedro

M. J. GALINDO / J. VIARTOLA/ La Opinión
 El olor de los cientos de claveles blancos que adornaban las cartelas del trono del Patrón de España se fundió anoche con el aroma a incienso y el fervor de los santiaguistas, cofrades y cartageneros que acudieron por cientos para presenciar la salida de Santiago desde elGobierno Militar. Diez minutos antes, efectivos de la Cruz Roja atendían a una mujer de 66 años que resultó herida leve con quemaduras de primer grado por el impacto de uno de los cohetes que se lanzaron durante la salida del San Juan en el Parque de Artillería. 

«Afortunadamente no llegó a explosionar, pero iba mal dirigido e impactó contra la mujer provocándole quemaduras de primer grado en una pierna y en el pecho, seguramente producidas por la mecha. Ha sido atendida por los efectivos de la Cruz Roja que la han trasladado al hospital del Rosell», informaron fuentes del 112. 

Mientras esto ocurría en el Parque de Artillería, en el interior del Gobierno Militar, la terraza del Santiago estaba a reventar de público y lo mismo ocurría en la calle Príncipe de Vergara y en los alrededores de la Muralla. Con las últimas luces del atardecer, el nuevo coronel del Regimiento de Artillería Antiaérea 73, Juan Carlos López Roca, se dirigió por primera vez al Apóstol. Momentos antes se produjo el arriado de la bandera con el himno nacional como música de fondo y después sonó el himno ´La muerte no es el final´. 

«Señor Santiago hace unos meses que complete mi peregrinación a vuestro sepulcro en Santiago de Compostela y descubrí el fervor de los peregrinos. Desde mi llegada a Cartagena he vuelto a sentir ese fervor en el cariño de nuestra agrupación santiaguista y en la solemnidad de las damas que te han vestido. He visto desfilar a los niños el Domingo de Ramos y me han conmovido el corazón. Salid señor Santiago y cuando os encontréis con vuestros hermanos Juan y Pedro contadles que os habéis emocionado desfilando a hombros con los sones de nuestro himno nacional», dijo.

Antes de concluir su intervención el jefe de la plaza se dirigió a los santiaguistas para hacerles la tradicional pregunta: «¿De quién es la calle Mayor?». Todos al unísono respondieron: «Del Santiago». Y es que «Cartagena no puede entender el Martes Santo sin nuestro paso distinguido. Viva el Santiago», concluyó.

Y así del mismo modo en que hace dos mil años el Apóstol inició la evangelización en España entrando por el puerto de Santa Lucía, Santiago se dispuso para echarse a la calle. Sin embargo, su salida tuvo que retrasarse unos quince minutos porque en el último momento se rompió una de las varas del trono y hubo que arreglarla. Finalmente y tras el estallido de varias salvas, Santiago con su tercio de penitentes que portaban los hachotes decorados con caballos –que pesan 5,7 kilos cada uno, más las pilas– salió a hombros de sus portapasos para recorrer las calles de la ciudad y encontrarse con San Juan y San Pedro. A los pies del trono, bajo un templete se podía observar una pequeña Virgen del Pilar, que ayer estrenó un manto bordado en oro, y a su lado una espada donada por el general Fernández Peón, en recuerdo del martirio de Santiago.

A su vez, San Juan salió a hombros de sus portapasos del Parque de Artillería, pero sin el carro de baterías que lo ha acompañado durante los últimos cincuenta años. En esta ocasión el trono engalanado con dos mil docenas de claveles blancos en sus cartelas y adornado con flores y rosas amarillas en los costados, lució más blanco que nunca debido a las bombillas led.

San Pedro fue el que más tarde salió de las dependencias militares en las que se aloja todo el año, el Arsenal. Y es que, como el almirante Muñoz-Delgado le recordó antes de concederle el ´franco de ría´ (permiso para salir), «hemos escuchado comentarios que reprueban tu comportamiento (por llegar tarde todos los años de regreso al Arsenal». No obstante, «como tu actitud el resto del año ha sido ejemplar, te voy a dar un voto de confianza». En un discurso ameno y repleto de sentido del humor, el almirante jefe del Arsenal pidió a los sanpedristas y al piquete de Infantería de Marina: «Echadle un ojo para que no se desmande». Muñoz-Delgado y Díaz del Río advirtió también a San Pedro que no confundiese a su vuelta la puerta del CIM, recién restaurada, con la del Arsenal, «porque la primera es la de la Universidad y a esas horas estaría cerrada, lo que daría muestra del estado físico en que te encuentras». También le pidió que evitase los «botellones, porque ya no tienes edad para esas cosas». 

Pese al humor con que el almirante se dirigió al santo, que logró arrancar las risas del público que atestaba el Arsenal, Muñoz-Delgado también tuvo ocasión de ponerse serio para reclamarle que intercediese «por Cartagena y sus gentes, sobre todo por los parados, los enfermos y los marginados» y para que la crisis acabe «cuanto antes». Tras el discurso del almirante, los portapasos enfilaron hacia la puerta del Arsenal para llevar a San Pedro junto a Santiago y a San Juan.

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