Se cumplen 40 años de la movilización de cientos de cartageneros para evitar la suspensión de los desfiles por falta de dinero
ANTONIO LÓPEZ CARTAGENA/ La Verdad
«Hay procesiones de Semana Santa». Así es como titulaban los periódicos locales de 1969 el día después de la tradicional Llamada. Y es que hace cuarenta años Cartagena, al igual que ahora, pasó por una de sus peores crisis económicas. Ésta hizo peligrar seriamente que las cofradías sacaran sus tronos a la calle. Entonces la situación fue tan crítica que el propio alcalde de la época, Ginés Huertas Celdrán, se comprometió con todos los cartageneros a sacar las procesiones, aún sin tener el presupuesto que necesitaban: más de un millón de pesetas.
Fue entonces cuando el alcalde hizo un llamamiento histórico a la población. «Dado que el presupuesto municipal para festejos es muy limitado, por las restricciones que impone la austeridad de esta Administración, confío en la generosidad y bien probados sentimientos religiosos del pueblo cartagenero, en que harán lo posible con su ayuda para que las procesiones salgan con normalidad y puedan llevarse a efecto», según se publicó el 17 de febrero del 69 en La Hoja del Lunes.
El llamamiento obtuvo pronto sus resultados, ya que tanto instituciones como asociaciones y vecinos la acogieron «con buen agrado». Todo con el único objetivo de que no se suspendiera la Semana Santa, ya que «las procesiones son de todos y tenemos que sufragarlas entre todos», relató La Verdad en aquel año.
Aquella situación dio lugar a situaciones curiosas. El Cuerpo Municipal de Bomberos comenzó a recaudar dinero por un lado, la refinería de petróleos donó 250.000 pesetas por otro y los cobradores del agua del Ayuntamiento hicieron cupones para venderlos entre los ciudadanos por valor de diez, quince y veinticinco pesetas. Incluso los sindicatos y los empresarios se unieron a la causa.
La 'Marcha Verde'
Pero la generosidad del pueblo de Cartagena no quedó ahí. José María Navas Ossorio, un cartagenero de pro, tuvo la idea de emprender lo que él llamó la Marcha Verde. La campaña consistió en pedir mil pesetas a mil cartageneros para juntar el millón que necesitaban las cofradías. Se especificaba que la aportación debía efectuarse con un billete verde y no en pagos fraccionados.
Pronto se sumaron a la iniciativa el propio Huertas Celdrán, los hermanos mayores de las cofradías Marraja y del Resucitado, José María de Lara y Eduardo Cañabate Navarro, y tras ellos Manuel Duelo Gutiérrez, Juan Montiel Barrancos, Andrés Meca Fernández, así como personajes anónimos que quisieron unirse a toda una lista de cartageneros que hicieron un esfuerzo muy útil para que se pudiera celebrar la Semana Santa con total normalidad.
La campaña tuvo tanta repercusión que hasta el mismísimo gobernador civil de la época, Alfonso Izarra Rodríguez, también donó sus correspondientes mil pesetas.
A todo el dinero recaudado desde que se hizo el llamamiento del alcalde hasta que comenzaron las procesiones, el 29 de marzo, se unieron las 875.000 pesetas que las cofradías recibieron por las sillas.
En total, se llegó a recaudar casi millón y medio, dinero suficiente para poder lucir bordados, túnicas y tronos por la calles de Cartagena. Fue gracias a la Marcha Verde.
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