La iglesia de Santa María de Gracia acogió ayer a cientos de curiosos que se acercaron para seguir de cerca el arreglo de los tronos californios, entre ellos el de la Santa Cena. Este año ha vuelto a colaborar con la agrupación california Hostecar, después de varios años. Tres restaurantes donaron los platos que anoche iban sobre el trono de la Última Cena: El Barrio de San Roque sirvió las trece doradas; Sacromonte, dos salmones de cinco kilos cada uno y la Terraza del Sol, un cordero asado de más de siete kilos y medio. En la mesa en la que los doce apóstoles se despiden de Jesús también pusieron varias fuentes de frutas.
Tras la procesión, toda la comida se habrá guardado para que esta mañana a las diez sea enviada a la Hospitalidad Santa Teresa, centro benéfico al que se le entrega la comida de este trono desde hace más de veinte años.
Pero no sólo la sede de las procesiones cartageneras estuvo hasta arriba. En las calles del centro hubo un continuo ir y venir de gente que se acercaron a los puestos de la calle San Miguel para llevarse algún recuerdo de las agrupaciones. Hubo colas en las taquillas de la calle del Aire y del Icue para comprar las sillas. Y un casi continuo desfile de los judíos californios por las calles más céntricas, anunciando el Lavatorio de Pilatos, típica representación del drama del Pretorio que por la tarde atrajo a turistas y cartageneros hasta el Palacio Consistorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario