El tanto inicial de Nano a los diez minutos lo remonta el Sangonera con goles de Quintero y Elías y supera a los cartageneristas a base de garra y de coraje
MANUEL ÁNGEL/ La Opinión
A Luis Aragonés, hoy entrenador del Fenerbhace turco y a mayor gloria seleccionador de la España campeona de Europa, se le atribuye la frase que alcanza categoría de filosófica. "Poco importa lo que haga antes, lo que vale de verdad son las diez últimas jornadas". Metafísica pura, vale. Pero cierta.
El caso es que, por unas causas o por otras el Cartagena, con Paco Jémez en el banquillo, 52 puntos en el talego y un partido menos, se presentaba sin un triunfo que llevarse a la boca desde hacía un mes, demasiado tiempo tras aquel 1-4 espléndido, formidable, en Lanzarote.
Que mejor ocasión, pensaban muchos, que dar un golpe de autoridad en El Mayayo. Porque lo que es ganar a algunos casi se les habría olvidado porque luego de aquellos dos primeros partidos con tantas golosinas, buen juego y hermosas goleadas, nada de nada. Bueno, sí, dos empates raquíticos y desconsoladores ante dos flojos rivales como Navalcarnero y Vecindario. Dos empates con polémica, es cierto, porque en ambas ocasiones los albinegros encajaron goles en jugadas ilegales (fuera de juego, pero empates al fin ante unos rivales a los que tuvo tiempo de sobra para superar. Por eso el choque de ayer tenía que servir, fundamentalmente, para despejar dudas y para empezar a colocar al equipo de Paco Jémez en el lugar que anda buscando y el añadido que podía recortar dos puntos con el Leganés, que no había pasado del empate por la mañana en Águilas.
Mientras, el Sangonera, que llegaba a la cita con 39 puntos, además de jugar con la baza de siete jornadas sin perder y de hacerlo en su fortín de El Mayayo y al calor de su gente, afrontaba el choque desde otra perspectiva, la de acercarse cuanto antes al mar de la tranquilidad, al fin y al cabo su gran objetivo desde que llegaron a Segunda B. Paco Pliego y Pérez García, viejos zorros en este negocio, sabían muy bien de las necesidades albinegras, del punto de intensidad y también de la imperiosas necesidad de puntuar. Garra y coraje. Solamente con esas armas acabó siendo suficiente para que el Cartagena acabase derrumbado ante un combativo equipo local.Luego, si quieren, hablamos también del árbitro valenciano Mateo Valero, con una actuación pésima -otra más- que influyó en el resultado porque no quiso sancionar dos claros penaltis en el área del Sangonera: un derribo de Campillo sobre Addison que lo vio todo el mundo y hasta Pliego reconocía al final que fue penalti y una mano clara de Aloisio, que tampoco quiso señalar. También tendría que haber expulsado a Elías por un forcejeo con Mariano Sánchez que, sin embargo, se llevó la peor parte, sangre su oreja derecha y una tarjeta.
Todo eso está muy bien, incluso que Paco Jémez, técnico cartagenerista, ya hable abiertamente de persecución arbitral. Pero nadie puede obviar que el Sangonera se ganó el triunfo a pulso ante un equipo que sólo hizo lo que tenía que hacer cuando se vio con el agua al cuello en un campo que, más que eso era un auténtico patatal y que, salvo el disparo de Nano que suponía el 0-1 a los diez minutos, no tiró ni una sola vez a puerta durante toda la tarde. Así, difícilmente se puede ganar.
El Sangonera digirió el gol de Nano y sin más tonterías se puso a trabajar. Solamente con la contundencia de Aloisio y Campillo y el trabajo incansable de Elías fue suficiente para ir comiéndole terreno a un Cartagena que se limitaba a verlas venir. Así llegó el empate, tras un regalo defensivo del que Quintero se aprovechó para marcar. Un tanto que llenó de moral a los blanquiverdes que ya fueron los dueños de la situación hasta el descanso.
No llevábamos dos minutos de la reanudación cuando Elías, el mejor con diferencia, metía la cabeza entre Mariano y Rubén y subía el 2-1 al marcador. Ahí le dolió a Jémez. Pero ni con los cambios mejoraba el Cartagena, que jugó prácticamente el resto del segundo tiempo en campo blanquiverde. Y es verdad que hubo un penalti clamoroso sobre Addison reconocido por unos y otros, que Aloisio tocó el balón con la mano dentro del área, que el colegiado valenciano tuvo decisiones pésimas, algunas de ellas increíbles en contra del Cartagena, que le perdonó la expulsión a Elías en el minuto 69 por un rifi rafe con Mariano. Con todo, el conjunto de Jémez nunca encontró el rumbo, hizo lo que no debía y acabó derrumbado en El Mayayo.
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