- La subida del transporte urbano dio pie a las protestas
- Las manifestaciones se han organizado en las redes sociales
- Rousseff hace frente a los gastos de la Copa del Mundo con una economía ralentizada
- Cientos de miles de personas se han manifestado en las mayores protestas de las últimas décadas en BrasilRR/TJVídeos relacionadosMIGUEL CHARTE18.06.2013 - 10:58hLa revuelta de los "20 céntimos" (por la subida del precio en el billete de autobús) o la del Movimiento del Passe Livre (transporte gratuito) es ya la mayorola de descontento que ha sacudido Brasil en los últimos 20 años.Aparte de los actos de violencia aislados, lasmanifestaciones pacíficas han sido nutridas: 65.000 personas en Sao Paulo, 100.000 en Río, 15.000 en Portoalegre, 20.000 en Belo Horizonte.Como antes en los países árabes, como el 15M en España o la revuelta del parque Gezi en Turquía, las manifestaciones, mayoritariamente protagonizadas por jóvenes, se convocaron por las redes sociales sin un liderazgo claro y ajenas a partidos políticos, aunque en las marchas era posible ver las banderas de formaciones de izquierda.Junto a las máscaras de Anonymous, símbolo de la protesta global, los lemas también resuenan de convocatorias anteriores, en otros lugares: "El pueblo ha despertado"; "Perdonen las molestias, Brasil está cambiando", "Pan y circo, no" y "No somos terroristas, queremos la paz".
El transporte como derecho
La ola se inició la semana pasada en Sao Paulo y el motivo inicial era la subida de precio del transporte urbano, cuyas tarifas se han incrementado un 6.67% en junio. Como ejemplo, en Río el billete pasó de costar 2.75 reales a 2.95 reales (algo más de un euro).La primera concentración, de 5.000 personas, estuvo convocada entre otros por elMovimento Passe Livre, nacido en 2005 en el Foro Social Mundial para defender el derecho a la movilidad."El transporte es un servicio público esencial, derecho fundamental que asegura el acceso de las personas a los demás derechos como, por ejemplo, la salud y la educación", se explica en su página, donde se asegura que 37 millones de brasileños están excluidos del uso del transporte público por no poder pagar la tarifa.En sus inicios, esta plataforma pedía un abono gratuito para que los estudiantes. Actualmente, el Movimento aboga por la "expropiación del transporte colectivo" y su gratuidad para todos.Indignación por los gastos en la Copa
Pero como en otras ocasiones (Turquía es el ejemplo más reciente), la represión policial y la confluencia en la calle de muy distintas quejas han ayudado a que lareivindicación inicial se transforme en algo más.Los manifestantes exigen ahora no solo transporte, sino menos corrupción, mejores servicios públicos y mayores inversiones en educación, salud y saneamiento."El brasileño pasa la mitad de la vida pagando impuestos. Y la otra mitad en la cola, esperando ser atendido por los servicios que pagó", declara al diario O Globo el estudiante de Belo Horizonte Arther Henrique.A la presidenta, Dilma Rousseff, se le reprocha la gestión del dinero invertido en los fastos internacionales que Brasil acogerá de aquí a 2016. El país alberga estos días la Copa Confederaciones de fútbol; en julio, el papa participará en la Jornada Mundial de la Juventud en Río; en 2014 se celebrará la Copa del Mundo y en 2016 los Juegos Olímpicos."Peleamos por esta tontería de dinero que se gastó para mostrar los nuevos estadios para todo el mundo, mientras lo que necesita el país es más inversión en salud y educación", explica Mariana Godois, de 19 años, a Efe.Colectivos como el Comité de Perjudicados por la Copa 2014 denuncian además irregularidades en las obras: "sobreprecio, falta de respeto al código ambiental ydesalojos forzosos de familias sin una debida reubicación"."La gente se manifiesta contra el sistema", dice a Reuters Graciela Caçador, vendedora paulense de 28 años. "Durante muchos años, el Gobierno ha estado alimentando la corrupción. Se han gastado miles de millones en constuir estadios y nada en educación y salud", añade.Rousseff aún conserva el apoyo
Dilma Rousseff, sigue contando con un apoyo amplio de la sociedad, según las encuestas, precisamente porque fue han sido partido, el Partido de los Trabajadores, y su antecesor, Inazio Lula da Silva, quienes más han hecho con acabar con la pobreza y desarrollar Brasil.Pero las cosas pueden ponerse difíciles para la presidenta, porque la economía nacional no está boyante. El mismo lunes, los analistas del mercado financieroredujeron sus previsiones de crecimiento para la economía nacional. Para el año próximo, según el Boletín Focus del Banco Nacional de Brasil, las perspectivas de crecimiento son de un 3,20%, con una inflación del 5,80%.Con la subida de la cotización del dólar (2.17 reales) y la salida de inversiones financieras, el margen del gobierno para atajar la inflación se reduce.En un país que conserva aún una estructura económica y social tremendamente desigual (54,7% en el Índice de Gini según los últimos datos de que dispone el Banco Mundial), y donde el 21,4% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, esimprescindible un crecimiento económico alto y sostenido para mantener las políticas sociales.Quienes se manifiestan le advierten a Rousseff precisamente eso, que su prioridad debiera ser la continuación de la mejora de las condiciones de vida de la mayoría, y no la organización de fastos deportivos a mayor gloria de la imagen exterior del país.file:///C:/Users/Andr%C3%A9s/Downloads/1371528961340.jpg
martes, 18 de junio de 2013
Las razones de la "indignación" en Brasil: de la subida del transporte a los gastos del Mundial
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