La Guardia Civil realiza un registro de la casa del homicida confeso y del garaje donde guarda su bicicleta
Alexia Salas/ La Verdad
Ya pasaba la familia Ríos de La Ribera por el peor y más inesperado trance de su vida, cuando el desenlace lo ha hecho aún más doloroso. El doble crimen del matrimonio de octogenarios José Antonio y Josefa se ha convertido en las últimas horas en un drama familiar. La detención del sobrino más joven de los fallecidos, como presunto autor de las muertes de ambos ancianos, confirmó ayer una de las hipótesis iniciales de la Policía Judicial, que apuntaba a la participación en los homicidios de alguien del entorno cercano de las víctimas. Las pistas fueron llevando a los agentes hacia J. M. R., conocido en la La Ribera como 'Choche', hijo menor de Manuel, uno de los dos hermanos del fallecido José Antonio. Se da la circunstancia de que los dos hermanos han sido pintores durante toda la vida y han trabajado juntos en la localidad costera, por lo que Manuel se sintió profundamente afectado en la tarde noche del pasado jueves, cuando le comunicaron la trágica muerte de su hermano y su cuñada. Apenas podía hablar sin echarse a llorar en la puerta de la casa donde yacía el cuerpo acribillado a golpes de su hermano y compañero de fatigas. No podía sospechar que su propio hijo iba a confesarse pocas horas después como autor de la violenta muerte de los dos familiares.
La detención de J. M., de 28 años, se produjo apenas 48 horas después del doble crimen. La Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Murcia y especialistas del Servicio de Criminalística del Instituto Armado han trabajado intensamente, empleando noche y día en resolver el caso con la mayor rapidez. El delegado del Gobierno, Joaquín Bascuñana, elogió ayer la celeridad en la actuación de los agentes. La inspección técnico ocular y la recogida de muestras y huellas de la casa del matrimonio fallecido se prolongó durante las 24 horas siguientes al momento en que la cuidadora de los dos ancianos, Graciela, los encontrara sin vida: a José Antonio recostado en un sillón de la sala, y a Josefa en la cama de su dormitorio, ya que la mujer apenas salía del cuarto por sus problemas de movilidad. Hasta el día siguiente a las 3 de la tarde -viernes- no se levantaron los cadáveres a causa de la exhaustiva inspección policial.
En la tarde del sábado, los agentes ya estaban sobre la pista del sobrino, consumidor habitual de drogas y probablemente el visitante misterioso que los vecinos vieron en la casa de José Antonio el día del crimen. Los testigos relataron a la Guardia Civil que vieron, entre las 3 y las 4 de la tarde del jueves, a un hombre joven y alto, que llegó en bicicleta y pasó a la casa de las víctimas, donde permaneció largo rato.
Confesión de madrugada
Todo ha ido encajando en dirección al joven sobrino, que en principio negó su relación con las dos muertes, aunque las largas horas del interrogatorio le hicieron derrumbarse y terminó por confesar hacia las cuatro de la madrugada. No dio motivos en principio para su terrible acción, pero después contó que había pedido dinero a su tío, pero éste se negó a dárselo y al no decirle dónde lo tenía guardado, lo asesinó durante la discusión. Luego acabó con la vida de su tía para que ésta no se quedara sola, según declaró ayer Bascuñana. Pálido y con el rostro serio, salió esposado ayer sobre las 12 de la mañana del cuartel de la Benemérita en La Ribera. Los agentes lo condujeron a su casa, un segundo piso en la calle Aguilar Amat propiedad de sus padres y donde él residía solo. De la vivienda los investigadores se llevaron objetos en varias bolsas y numerosas muestras recogidas con el fin de cotejarlas con las del chalé de los ancianos. El último registro se produjo a pocos metros, en un garaje situado frente al muro de la base militar de La Ribera, donde el joven guardaba la bicicleta. La inspección ocular mostró que respondía a las señas dadas por los vecinos, una bici con marcas verdes. Un agente tomó varias muestras de la bicicleta para comprobar si el joven había dejado restos de sangre en el manillar. Allí le enseñaron algunos objetos al detenido para que éste los identificara. La expresión de espanto en la cara del detenido a esas alturas de la investigación, rodeado de agentes en el cuarto donde guardaba a diario su bicicleta, reflejaba la deriva a la que le habían llevado sus actos de dos días atrás.
El detenido fue conducido al final de la mañana de ayer de nuevo al calabozo, donde permanecerá previsiblemente hasta el momento de hoy en que será puesto a disposición judicial.
El Juzgado de primera instancia e instrucción número cinco de San Javier instruye el caso que, tras la confesión del detenido y el reguero de pruebas que lo señalan, es de suponer que concluya con el ingreso en prisión del joven. Para hoy se espera también el resultado de las autopsias y de los análisis de las muestras que la Policía Judicial ha recogido de las dos viviendas y los objetos, la bicicleta y la ropa del acusado.
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