jueves, 17 de noviembre de 2011

CARTAGENA/ Prescribe por el atasco judicial la presunta agresión a un profesor

Archivan la denuncia mutua de un docente de Los Dolores y la abuela de un alumno al pasar seis meses sin fijar la vista oral 

17.11.11 - 01:04 - 


El colapso de los juzgados por el aumento de las denuncias y la falta de medios humanos y materiales en Cartagena, además de una posible falta de control en la gestión de los documentos, impedirá juzgar la presunta agresión a un exprofesor de un instituto de Los Dolores por parte de la abuela de un alumno. Los hechos denunciados ocurrieron a finales de octubre del año pasado, y menos de un año después el juzgado que lleva el asunto ha decretado el archivo del caso por prescripción. No fijó la fecha del juicio en el máximo de seis meses fijado por la ley.
Así lo reveló ayer a 'La Verdad' Esther María Guzmán la abogada del denunciante (cuyo nombre pidió mantener en el anonimato), que ejercía como acusación particular, tras recibir el auto archivo y prescripción del magistrado titular del Juzgado de Instrucción 4 de Cartagena, Francisco Javier de la Torre.
En esta resolución, que anula también la denuncia que a su vez interpuso la abuela contra el profesor con la misma acusación, el juez señala que los hechos podían ser constitutivos de una falta de injurias o vejaciones. También indica que «al haber transcurrido más de seis meses desde la fecha en que ocurrieron los mismos procede acordar la prescripción de la presunta falta, conforme disponen el artículo 121 y el artículo 132.1, primer inciso, del Código Penal».
Según destacó la abogada, el juez se refiere así a que el fondo de la cuestión es que no se puso de día para la vista oral dentro de los seis meses que había para hacerlo al considerar el caso como una posible falta, debido al atasco de expedientes en el Palacio de Justicia.
Autoridad pública
El hecho de ser profesor, y por lo tanto una autoridad pública, podría haber llevado a la Fiscalía a calificar los hechos como un delito, pero según María Esther Guzmán el Ministerio Público no intervino porque no encontraba los documentos del caso.
La abogada relató que acudió a las dependencias de la Fiscalía para interesarse sobre la marcha del proceso, pero después de una búsqueda no encontraron los papeles.
Según la letrada, la prescripción es firme puesto que ni ella ni el Ministerio Público interpusieron recurso de reforma en los tres días fijados por el órgano judicial. Antes que por el Juzgado de Instrucción 4 las actuaciones pasaron por el Juzgado de Instrucción 3, que se inhibió en favor del primero.
La acusación particular decidió no reclamar que el caso se retomara porque así lo pidió el profesor por cuestiones personales. En todo caso, la letrada expresó su «pena y decepción» respecto a lo ocurrido, ya que a su juicio «la lentitud de la Justicia y el descontrol hacen que prescriba una causa de presunta agresión a una autoridad pública».
«Aquí, en los temas de violencia de género por ejemplo, por un insulto o una llamada telefónica por una presunta amenaza de muerte a una mujer se detiene de forma automática al hombre y pasa la noche en el calabozo. Pero si se trata de la agresión a un profesor, que es alguien ejerce una función pública, porque los familiares de un estudiante entran en el centro, le pegan y le amenazan de muerte con navajas, no se toma ninguna medida. Ni se dicta una orden de alejamiento ni, lo más grave, se señala juicio para evitar la prescripción», criticó Esther María Guzmán.
Según los testimonios recabados por este diario en su día, todo empezó el jueves 28 de octubre de 2010, todo empezó cuando el profesor, que estaba ese día encargado de la vigilancia del recreo, llamó la atención a varios alumnos que estaban junto a la valla del patio charlando con los familiares de uno de ellos a pesar de que había sonado el timbre y debían volver a clase.
Al parecer, al ver que los chavales hacían oídos sordos a sus reiteradas peticiones el profesor se acercó a uno de ellos y le advirtió: «¡Niño, venga! ¿Es que no me haces caso? ¡Te voy a coger de la oreja!». A continuación, le puso la mano en esa parte del cuerpo. Las versiones difieren respecto a lo que sucedió en ese momento. Según la familia del estudiante, el profesor tiró de una oreja al escolar. El profesor dice que solo le puso la mano en la oreja como una advertencia en tono de broma y que en ningún caso le agredió.

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