La primera alerta de la existencia de estos dos 'bromistas' en la autovía la dio un camionero que, poco después de la una de la madrugada, telefoneó al Centro de Coordinación de Emergencias para avisar de que, a la altura del kilómetro 127, había gente lanzando pedruscos a la carretera y que uno había golpeado -sin daños personales- contra su coche. La Guardia Civil se trasladó de inmediato a la zona para investigar lo ocurrido, sin embargo, hasta su llegada otros tres coches más resultaron objeto de estas fechorías. Uno de ellos era el de Severiano.
«Mi marido comenzó a sangrar por la cabeza, se puso la mano así -apretándose en la frente-, pegó un volantazo y aguantó el coche hasta que pudo frenar en el arcén». Severiano conducía una furgoneta en la que viajaban otros seis miembros de su familia, entre ellos tres niños, de un mes y medio, 3 y 7 años. Ninguno de ellos resultó herido -algunos de los pequeños sí fueron atendidos por el impacto de algunos de los cristales-. Habían viajado a Puertollano (Ciudad Real) para visitar a una hermana de su mujer que había tenido un amago de parto y se habían traído a sus hijos con ellos. La madrugada de ayer volvían ya cansados a su casa de Alumbres cuando la sinrazón se cruzó en su camino. El susto fue mayúsculo.
Pese al impacto recibido, este conductor, de etnia gitana, pudo permanecer consciente hasta la llegada de la ambulancia. Mientras tanto, su yerno -que viajaba como copiloto- buscaba en la zona, junto a la Guardia Civil, a la mano que había lanzado la piedra. «Mi cuñado decía que si habían tirado una piedra tenía que haber alguien por ahí», comentaba Severiano, hijo de la víctima. «Y ahí estaban, escondidos entre el matorral de la cuneta».
Severiano fue trasladado por una Unidad Móvil de Emergencias (UME) del Servicio Murciano de Salud al hospital Morales Meseguer de Murcia con un fuerte traumatismo craneal. Desde allí se le derivó al hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia donde ayer se sometió a una operación de tres horas y media que llevaron a cabo los neurocirujanos del hospital. «Afortunadamente no le ha llegado al cerebro, pero le han tenido que reconstruir parte del cráneo», explicaba su esposa, que rezaba para un pronto traslado a planta. Según fuentes sanitarias, el pronóstico del herido es reservado.
María del Carmen confesaba ayer, mientras aguardaba en la sala de espera la hora de visita, no entender los motivos de lo que le había ocurrido a su esposo. «Sé que el que roba es porque necesita dinero, pero estas cosas no las entiendo», afirmaba. «Pueden llegar a matar a alguien y sin razón ninguna».
Les hicieron la prueba
La Guardia Civil detuvo poco después del incidente a los dos jóvenes rumanos que se encontraban ocultos en la cuneta de la autovía. Se trata de R.I.D., de 30 años, y M.C., de 20 años, ambos vecinos de la localidad alicantina de Callosa de Segura. Uno de ellos posee, al parecer, antecedentes delictivos. Tras su arresto, a los agentes de la Benemérita no les costó darse cuenta de que los jóvenes presentaban síntomas de ebriedad. Una prueba de alcoholemia confirmó sus sospechas. La Guardia Civil se incautó, además, de la piedra de gran tamaño que encontraron en el coche de Severiano.
Los detenidos, acusados en principio de un presunto delito contra la seguridad vial, permanecían ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Murcia. Está previsto que los jóvenes pasen esta mañana a disposición en el juzgado de Instrucción número 2 de Molina de Segura, que decidirá sobre su suerte y llevará la investigación del caso.
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