La extensa jornada judicial -'Joseda' fue trasladado desde Comisaría a los juzgados a la nueve de la mañana y no salió de ellos hasta casi doce horas más tarde- sirvió para que se desvaneciera el único elemento que hasta el momento implicaba a este joven en la agresión al consejero de Cultura: el testimonio del propio Pedro Alberto Cruz, quien hace dos días reconoció a José David B.L. , a través de una ficha policial, como uno de sus posibles atacantes.
Ayer tarde, antes de tomar declaración al sospechoso, la juez de guardia ordenó que el alto cargo de la Comunidad Autónoma fuera llamado al Palacio de Justicia, con el fin de organizar una rueda de reconocimiento. En el transcurso de la misma, Cruz se reconoció incapaz de señalar con certeza a 'Joseda' como uno de sus agresores, lo cual suponía desinflar por completo la investigación.
Después de ello, y tras tomar declaración por espacio de una hora al sospechosos, quien se ratificó en su inocencia, la juez dictó el auto por el que lo dejaba en libertad sin fianza y con la única obligación de comparecer en el juzgado cada quince días.
Gestiones infructuosas
Los agentes de la Jefatura Superior de Policía que están llevando la investigación, y que a lo largo de tres intensos días han centrado todos sus esfuerzos en la hipótesis de que los agresores eran jóvenes de la extrema izquierda de Murcia, no pudieron presentar ayer en el juzgado ningún material relevante con el que apoyar esa tesis. De hecho, y pese a haber agotado el plazo máximo de 72 horas de detención, el joven ultra ha defendido en todo momento su inocencia y no ha reconocido la menor implicación en los hechos.
Más todavía, los agentes han interrogado a numerosas personas que, según fuentes próximas al caso, habrían ratificado que 'Joseda' se encontraba en la zona de Baños y Mendigo y en Corvera en el momento de la agresión. Una circunstancia ratificada, asimismo, por el hecho de que el rastreo realizado sobre su teléfono móvil lo sitúa, en el instante del ataque, a varios kilómetros de la calle Cánovas del Castillo.
Por último, tampoco el registro de su domicilio ofreció resultado positivo alguno, ya que los policías apenas se llevaron algo más que unas bufandas y prendas de vestir del grupo ultra de fútbol 'City Boys', unas pegatinas de grupos radicales, un diploma de artes marciales y una especie de porra de largas dimensiones, según las mismas fuentes. Por último, tampoco se ha hallado el teléfono Iphone que en apariencia le arrebataron los agresores a Pedro Alberto Cruz y que, de haber sido encontrado en poder del chico, se habría convertido en una prueba de cargo prácticamente inamovible.
Otras líneas se reactivan
El desmoronamiento de la principal línea de investigación -centrada en grupos de ideología ultraizquierdista- obliga ahora a la Policía Nacional a reactivar otras vías, que no se han llegado a abandonar en ningún momento pero que ahora pasarán a ocupar un plano más relevante. Básicamente, la que apunta a que la agresión pudo ser cometida por matones a sueldo, bien por cuestiones relacionadas con la vida privada de Pedro Alberto Cruz, bien por circunstancias derivadas de su gestión como consejero.
En favor de la teoría de los sicarios jugaban desde el principio algunos datos. Uno de ellos, el hecho de que los dos agresores actuaran a cara descubierta, lo que podría indicar que llegaron de fuera de la Región y que no tenían miedo a ser reconocidos. Por otro lado, en ámbitos policiales se tiene asumido que los jóvenes de extrema izquierda «se tapan la cara con las capuchas y los pañuelos hasta para prenderle fuego a un contenedor».
Igualmente pesa en favor de la hipótesis de los matones que el ataque parezca premeditado, pues el propio Cruz confesó que llevaba varios días siendo seguido.
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