La Armada saca a subasta tres buques, el Anaga, el Espalmador y el Alcanada, que dio de baja el pasado junio y que probablemente serán adquiridos por una gran empresa de desguaces
J. VIARTOLA / La Opinión
¿A dónde van los barcos de guerra cuando ´mueren´?, ¿al desguace? La respuesta es sí, en la mayoría de los casos, pero no tiene por qué ser así. Si algún millonario excéntrico quiere ´tunearse´ un yate de recreo a partir de, por ejemplo, un viejo patrullero de la Armada tiene oportunidad de hacerlo.
Los interesados en buques de ocasión, bien para venderlos al peso al chatarrero o para pintarlos de verde y darse un garbeo por los siete mares, pueden adquirir uno el próximo 9 de noviembre en la sala de juntas de la Jefatura de Aprovisionamiento del Arsenal de Cartagena porque ese día salen a pública subasta los patrulleros Anaga, Espalmador y Alcanada, que fueron dados de baja el pasado junio.
El precio de salida del lote es de cerca de 50.000 euros, menos de lo que cuesta un deportivo, pero pese a que, en principio, cualquiera podría optar a esta ´ganga´, lo normal es que sean grandes empresas especializadas en desguaces las que se presenten a la misma. Lo habitual es que, tras deshacerse adecuadamente de los componentes que puedan generar residuos tóxicos, los barcos sean desmantelados poco a poco y su metal vendido para otros usos. Muchos cartageneros aún recordarán la playa del Espalmador cuando ofrecía un aspecto postnuclear, con piezas y piezas diseminadas por doquier y algún viejo buque semisumergido que con el paso del los días iba perdiendo su revestimiento metálico. Ese era un cementerio de barcos. Y así, mientras su materia no se destruye, sino que se transforma, la Armada saca unos dinerillos, que no le vienen nada mal en estos tiempos que corren.
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