24.01.10 - 00:43 -
G. M. P. CARTAGENA. / La Verdad
Muchos vecinos ya han perdido el miedo a llamar al 091 y ahora hay mujeres que trafican porque 'sus' hombres están entre rejas
La insistente presión policial reduce a niveles desconocidos el número de 'garitos' en Lo Campano
«Todavía echamos muchos viajes con gente que va a 'pillar', pero Lo Campano ya no es lo que era», dice un taxista que, bajo anonimato, reconoce que los fines de semana recogía en las calles de Cartagena a muchos clientes de uno de los principales supermercados de la droga de todo el Levante español. Eran tiempos en que los 'garitos' del conocido barrio abastecían de hachís, cocaína y otros estupefacientes a consumidores que se desplazaban de todos los pueblos de la Región y de muchos de Alicante, Albacete y Almería.
Pero la situación ha cambiado. Y no por las leyes de la oferta y la demanda. Sin prisa pero sin pausa, la Policía Nacional comenzó hace siete años una ofensiva para derribar los muros del búnker que los traficantes locales habían establecido al abrigo de los montes de San Julian y Calvario. Fruto de la insistencia policial, el hasta ahora gran supermercado de las drogas en Cartagena lleva camino de ser en pocos meses un modesto quiosco.
«Todavía hay mucho por hacer», dice el comisario jefe de la Policía Nacional, José María García, para rebajar la euforia posterior a cada nuevo golpe al narcotráfico. «Hay que tener en cuenta que cada vez que entramos en un 'garito' y detenemos a quien lo lleva, si no se derriba la vivienda, pronto puede entrar alguien a ocupar ese lugar», advierte.
Pero los números cantan. Las operaciones policiales desarrolladas en los últimos tiempos en el barrio han permitido el desmantelamiento de una treintena de puntos de venta de droga al menudeo, así como el derribo de 17 viejas casas sociales donde estaban ubicados.
Hasta finales del 2009, en los últimos siete años el Grupo de Estupefacientes de la Brigada de Policía Judicial de la comisaría de Cartagena había detenido a más de cuatrocientas personas por delitos contra la salud pública y se había incautado de 35.700 kilos de hachís, 24 de marihuana, 66 de cocaína y 8.000 unidades de otras porquerías.
Las grandes familias de la droga de Lo Campano se han visto debilitadas por todas las operaciones policiales que han puesto a muchos de sus miembros entre rejas. Sin embargo, la vida sigue y ahora son las mujeres de los clanes las que se han puesto al frente de los negocios tras años relegadas a papeles secundarios.
'La Pachona', detenida el martes en la última operación antidroga, es el más claro ejemplo de ello. «Es una mujer conocida, que debe de tener su empaque en el barrio. Pero a sus 45 años no había sido detenida nunca. La muerte de algún familiar y la detención de otros la habían puesto al frente del negocio», reconoce el comisario.
Hoy, 'La Pachona' dormirá por cuarta noche consecutiva en la prisión provincial de Sangonera, acompañada por tres de sus supuestas colaboradoras del 'garito' que tenían abierto en la calle Pico de Nieve. Pero cuando ella se vaya a la cama, probablemente algún familiar esté despachando unas barras de 'chocolate' o unas papelinas de coca a algún consumidor en algún lugar de Lo Campano. O quizás en otro barrio de la ciudad. La vida sigue y el negocio también.
En los ambientes policiales reconocen que las continuas operaciones en Lo Campano han llevado a los clanes a abrir 'garitos' en casi todos los barrios de la ciudad. «No se libra ni uno. Pero hay una gran actividad ahora en Los Dolores y en la barriada San Ginés», aseguran fuentes policiales. Otras hablan también de cierta recuperación de la actividad delictiva en Los Mateos. Pero los traficantes se sienten acechados. Saben que de un registro en un 'garito' la Policía obtiene información suficiente para seguir con las vigilancias, seguimientos y pinchazos telefónicos.
La ofensiva policial no sólo ha servido para reducir a mínimos históricos el número de puntos de droga en el barrio de narcos más conocido de Cartagena. También ha menguado la aceptación popular de narcos, camellos y aguadores. Vecinos que nada tienen que ver con esas actividades han perdido el miedo a llamar a la Policía Nacional cuando algo no va bien. Son pequeñas ayudas a los investigadores y grandes detalles que demuestran que, efectivamente, Lo Campano ya no es lo que era.
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