FRANCISCO J. MOYA CARTAGENA fjmoya@laverdad.es.-
En un día en el que se fue para siempre Miguel Delibes, ese novelista por azar que convirtió la narrativa en castellano en puro arte, casi todo lo demás carecía de importancia. Lo siento por los más suspicaces. Pero es así. Cualquier crónica balompédica se queda en nada hoy y el fútbol queda relegado a un segundo plano ante una pérdida de esta magnitud.
Dicho esto -me parecía obligatorio-, habrá que resaltar que casi diez mil almas disfrutaron anoche de lo lindo en el estadio Cartagonova con un Efesé que le dio una nueva alegría a su gente -¡vaya año!- en una noche que pintaba muy mal, pero que acabó con otra fiesta de las grandes.
En Valladolid casi todo el mundo conoce la inmensa obra de Miguel Delibes. Igual que todos saben allí, en la ciudad del escritor, de la grandísima 'obra futbolística' que dejó como legado Víctor Fernández, el veterano delantero que vino de Pucela y que anoche se convirtió en el rey de la remontada del Efesé. Este pequeño gran delantero, que no es ni santo ni inocente con un balón en los pies, rindió homenaje en la gélida noche cartagenera a su 'paisano' más universal. Y lo hizo como mejor sabe: divirtiendo a la gente con un par de botas de fútbol como único instrumento. Tenía que ser Víctor, aunque no fue el único héroe de una noche de locura. Añadan a Toché.
Una vez más, el Cartagena ganó 4-1, su resultado favorito, el que quedará en todas las hemerotecas regionales gracias al histórico repaso al Real Murcia en Nueva Condomina, en el pasado y lejano mes de noviembre. Y, una vez más, como sucediera ante Las Palmas y Girona (los otros dos rivales que probaron el amargo sabor del 4-1), el Cartagena convirtió lo que parecía un partido 'canalla' en un festival de juego.
Mucho nivel
Desde luego, cuando este Cartagena juega cómo sabe no hay ningún rival, al menos en Segunda, que sea capaz de pararlo. Si Longás maneja el balón, el Cartagena te marea. Si De Lucas y Lafuente (ayer Moreno) abren el campo, cualquier lateral se convierte en un 'pelele'. Si Víctor aparece entre líneas, cualquier defensa puede terminar en el diván de un psicólogo. Y si Toché, además de dejarse el alma en cada jugada, ve puerta, el rival de turno sólo puede esperar a que el temporal amaine y el árbitro envíe a los jugadores al vestuario.
Pero no todo fue bonito anoche. Las cosas no podían empezar peor. Como hace quince días ante el Betis, el Cartagena entró dormido en el partido. Y lo pagó muy caro. El Cádiz, como entonces el Betis, se adelantó y mantuvo su ventaja hasta el descanso. Esto no puede ser casualidad y Juan Ignacio, un excelente motivador, tendrá que poner remedio a este problema. El ascenso pasa por el Cartagonova. Y, por eso, no se puede conceder tanto al rival en el primer tramo del partido. Después, toca remar contracorriente, con todo lo que eso conlleva. Si el que está en frente es el Cádiz, el asunto se puede solucionar. Pero si es el Betis, la cosa es mucho más complicada.
Abraham avisó con un derechazo lejano que lamió el poste izquierdo de la portería de Rubén. Lo siguiente fue lamentable. Entre Mariano Sánchez y Longás se hicieron un lío con la pelota y le regalaron un balón a un contrario en la frontal del área. Etxeita quiso abortar el desaguisado de sus dos compañeros y empeoró las cosas con una falta absurda. El libre directo lo convirtió Abraham, al estilo Expósito, y el Cartagonova -rozando los diez mil espectadores otra vez pese al frío, la hora y la tele- se quedó helado. Aún más.
El Cádiz se replegó y el Cartagena tuvo el empate muy pronto. Pero Javier Ángel, antes Balboa, incomprensiblemente torpe durante toda la noche[fue justamente sustituido en el descanso], se echó el balón demasiado largo y ni siquiera disparó a portería. Era el minuto 9. Sí tiró con intención un cuarto de hora después Juan Carlos Moreno. Recogió dentro del área un buen pase de un atolondrado De Lucas y, a bote pronto, tiró fuera. El ex del Numancia, que mantuvo su hueco en el once por sorpresa, firmó una primera mitad flojísima por el centro y una excelsa segunda mitad como extremo zurdo. Gran noticia.
Con problemas
Tras una buena pared entre Balboa y Toché, el balón le cayó a De Lucas, que no marcó gracias a la providencial intervención de Casilla, quien pudo hacer penalti al omnipresente Toché a la media hora de juego. También reclamó la grada otra pena máxima, por un presunto derribo de Cifu a Txiki tras un saque de esquina, pero el canario Hernández Hernández, como hizo en noviembre en Anoeta, no tenía ninguna intención de pitar nada dentro del área.
Pudo terminar peor la primera mitad, ya que Enrique superó a Clavero y se plantó solo delante de Rubén. El extremo cadista emuló a Balboa y le perdonó la vida al Efesé. El propio Enrique, y también López Silva, pudieron hacer el 0-2 al poco de comenzar el segundo acto, lo que provocó que los más impacientes empezaran a silbar y que en el Cartagonova se escuchara un murmullo de disgusto injustificado. Muy parecido al de tantas tardes de zozobra en Segunda B.
Curiosamente, el gol que lo cambió todo vino en un lanzamiento de esquina que realmente era un saque de puerta. El asistente equivocó a Hernández Hernández y el guante que Víctor tiene por pie derecho puso el balón en la cabeza de Etxeita. El vasco remató en el primer palo y Toché remachó en el segundo palo. ¡Bingo! La estrategia funcionó. Y sin necesidad de hacer entrenamientos a puerta cerrada&hellip
Ahí se acabó el Cádiz y empezó el recital con el que el Cartagena suele deleitar a su gente con frecuencia. El 2-1, obra de Víctor de cabeza, tardó poco en llegar, tras un centro medido de Moreno. El tercero lo anotó el santomerano Toché, gracias a un centro de un De Lucas que se creció en el segundo acto. Su actitud le valió para anotar el cuarto, una obra de arte iniciada con un taconazo de Víctor, continuada con un centro raso de Clavero y finalizada con un buen remate de De Lucas.
El final del partido sólo sirvió para que el estadio ensayara la ola y para que, por petición popular, debutara el 'Lobo Vigil'. Cuando el peruano saltó al césped (minuto 88), el Cartagonova aulló. El '25' albinegro no tuvo tiempo para dar ninguna dentellada, pero al menos ya sabe que su nueva afición le respeta casi tanto como a Toché. Y eso es mucho decir.
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