Utilizan inhibidores de frecuencia y tablones de color blanco para 'despistar' a los sensores de movimiento y desvalijar las naves
13.02.09 -
A. LÓPEZ / J. A. GONZÁLEZ CARTAGENA/ La Verdad
Si bien ya era conocido que los cacos forran sus bolsos de papel de aluminio para evitar ser pillados por los detectores antihurto instalados en los accesos de los comercios, ahora la Guardia Civil investiga si utilizan trajes recubiertos de este material para entrar en naves del polígono Cabezo Beaza y pasar desapercibidos ante los sistemas de alarma.
Este ingenioso modo de actuar es el que, al parecer, más están usando los ladrones en los últimos seis meses para desvalijar las naves del polígono, según los empresraios. En junio, hubo seis robos y en octubre otros cinco. Además, hubo casi una treintena de intentos de robos en los que las alarmas de seguridad sí sonaron.
La última oleada de robos ha ocurrido durante las últimas semanas. Una de las más afectadas ha sido la empresa Cifra, propiedad del presidente de la Asociación de Empresarios de Cabezo Beaza, José Javier Gómez-Vizcaíno. Los ladrones se han llevado quince mil euros en efectivo, según el industrial.
La forma de actuar suele ser la misma, según las sospechas de la Guardia Civil y los empresarios. Grupos de tres o cuatro personas llegan en coche, normalmente de madrugada, a la nave o naves en las que quieren robar. Suben al tejado ayudándose de cuerdas o empleando los sistemas de refrigeración a modo de escalón y, una vez arriba, abren un hueco en la uralita con motosierras y mazos logran entrar.
Luego, se descuelgan y con mucho sigilio y pericia tratan de anular los sensores de movimiento,.
Confunden los sensores
Fuentes policiales comentan que los atracadores llevan consigo un tablón de color blanco de aproximadamente un metro de alto por sesenta centímetros de ancho. Los cacos se colocan en fila, a muy poca distancia unos de otros, y avanzando al paso del primero de ellos. De cuclillas, éste se cubre el cuerpo con el tablón orientado hacia el sensor de movimiento más cercano. Lógicamente, los ladrones tratan de localizar previamente con la mirada donde están las células desde la que la alarma emite la señal.
«El color blanco despista a la alarma, que interpreta que lo que hay enfrente es una pared», comentan las mismas fuentes. Luego, los ladrones se acercan a la caja donde está cada sensor y o bien las abren con destornilladores eléctricos y cortan los cables o bien perturban la señal con un aparato emisor.
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