Miles de electromarinos bailaron y saltaron al ritmo de las sesiones de los más potentes djs en un festival que se desarrolló con puntualidad británica y que estalló al caer la noche sobre la inmensa explanada de Playa Honda
08.08.10 - 00:38 -
TEXTO: ANTONIO PÉREZ / La Verdad
Las calmadas aguas del Mar Menor tuvieron ayer más motivos para agitarse que la agradable brisa que suavizó la tórrida tarde. Una legión de fieles a la electrónica y el indie peregrinó al sorprendentemente desolado paraje entre Playa Honda y Mar de Cristal para asistir a Electromar, el festival que en tan sólo tres años se ha convertido en referencia nacional en su género y en atractivo del turismo internacional.
Antes de que a las cinco de la tarde arrancaba el festival, una caravana de coches conquistó el gigantesco erial, depilado para la ocasión y habilitado como aparcamiento, levantando polvaredas propias del 'far west'. Ya a esas horas de la siesta los altavoces de los vehículos preparaban los oídos de los presentes para los vatios del festival y entre el público la devoción por la electrónica era palmaria. «Es la máquina poniendo a bailar al ser humano a través de instintos primarios como el ritmo», resaltaba un electromarino para quien la ventaja del ordenador es que «no está tan limitado como los instrumentos».
Alex Under encendió los focos del festival en el escenario Electromar Room para los más madrugadores, que se apiñaron en las escasas sombras que proyectaba la estructura.
A su espalda, en el escenario principal Radio 3, los totaneros Inkeys sufrieron los estragos de la primera hora y el que no hubiera un ápice de sombra. Como resultado, un concierto familiar en el que atronaron las guitarras frente a los maletines de los djs que predominaron durante toda la noche y la madrugada.
Pantalones cortos, biquinis, gafas de sol y mucho moderno abrieron una jornada que luego se fue vistiendo de fiesta.
Unos accesos muy bien habilitados evitaron agobios innecesarios y el espacioso aparcamiento evito que los coches fueran un engorro.
Tras la puesta de sol, Second terminó de calentar el escenario de Radio 3, en un festival que siguió su desarrollo con puntualidad británica y que hizo disfrutar a una multitud de jóvenes hoy rendidos bajo el sol.
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