A.M. / EFE
A poco más de diez minutos de navegación del puerto de Cabo de Palos, en la costa mediterránea de Cartagena, se encuentra Islas Hormigas, una reserva gestionada desde 2006 por el ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM) y el Gobierno de Murcia, que demuestra cómo se puede conservar el medio marino y, al mismo tiempo, permitir la práctica del submarinismo.
La reserva, que seguirá siendo gestionada por ambas administraciones hasta 2014, según la prórroga del convenio firmado esta semana, se extiende casi 2.000 hectáreas desde Cabo de Palos hasta los bajos de La Testa, Piles y el conjunto de las Islas Hormigas, junto a los islotes de El Hormigón y La Losa.
Se trata de un paraíso para los amantes y estudiosos del fondo marino, así como los que disfrutan del submarinismo, ya que sus fondos son una pequeña muestra de la historia de naufragios en los que hoy bulle la vida marina, entre ellos, el del Sirius, un transatlántico italiano que embarrancó hace 104 años.
La reserva cuenta además con una zona de reserva integral, de unas 300 hectáreas, en la que sólo se permite el desarrollo de proyectos científicos, previamente autorizados, y otra parcial, en la que se acepta la pesca artesanal, aunque de forma restringida, y el submarinismo.
Según los últimos estudios llevados a cabo por la Universidad de Murcia (UMU), la reserva ha recuperado, desde 1995, especies piscícolas de alto interés comercial y muy apreciadas en la gastronomía de las regiones mediterráneas, como el mero, el dentón o la corba, lo que potencia el interés económico de los doce barcos autorizados a faenar con artes tradicionales, como el palangre y el trasmallo. Todas las especies que pueblan estas islas ejercen un papel ecológico que ha sido calificado de «fundamental» por el consejero de Agricultura y Agua de Murcia, Antonio Cerdá, quien ha destacado también la longevidad y tamaño de las citadas especies y de otras como barracudas, langostas, esponjas, estrellas de mar y colonias de coral.
Se seguirá controlando
El estudio, realizado por miembros del departamento de Ecología e Hidrología de la UMU, recalca además que, a pesar del aumento de inmersiones del turismo subacuático (de 8.000 a finales de 1990 a 22.000 -reguladas- en los últimos años) el impacto en el ecosistema marino de la zona ha sido «exigüo», aunque recomienda mantener su control para no perder la belleza de uno de los fondos marinos con más atractivo de nuestra Región.
La reserva, que también está declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), cuenta con extensas y cuidadas praderas de posidonia, una especie de alga con un importante papel en el funcionamiento del ecosistema y en el mantenimiento de los recursos marinos, que, además de como alimento, sirve de lugar de puesta de alevines.
La reglamentación de sus usos permite que los practicantes del submarinismo puedan disfrutar de espectaculares paisajes bajo el mar, tanto por la fauna y flora marina, como por los numerosos restos de barcos hundidos a lo largo de la historia, que dan cuenta del peligro de sus fondos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario