Sólo se sabe una cosa a ciencia cierta: que alguien no lo quería bien. Y que no se le ocurrió mejor modo de hacérselo saber que metiéndole tres tiros en el tórax. Algunas fuentes apuntaban incluso a un cuarto disparo, en apariencia el de gracia, en la nuca. El resto son, en este momento, incógnitas respecto a las cuales la investigación debería de ir aportando alguna luz. Aunque no parece que ello vaya a ser sencillo.
El cuerpo del finado fue hallado hacia las nueve y media de la mañana en un camino de tierra, junto a un bancal, en las proximidades de la carretera que une la pedanía cartagenera de Los Belones con el lujoso resort Hyatt La Manga Club. El cadáver, en posición decúbito supino (tendido de espaldas sobre el suelo, dicho en cristiano) se hallaba detrás de una hilera de cipreses y en las proximidades de un camposanto, circunstancias ambas que tienen bastante de simbólico y hasta de literario, aunque al dueño de las tierras, que fue quien se topó con el madrugador regalo, no le inspirara el asunto metáfora alguna; ni en verso, ni en prosa.
Bastante tuvo el hombre con atinar a telefonear a los servicios de emergencias y a acertar a explicarle a la operadora el sitio exacto donde se hallaba el interfecto: un paraje conocido como Atamaría que, huelga decirlo, no tardó en llenarse de policías judiciales de la Guardia Civil, además de los miembros de la comisión judicial, una furgoneta del servicio funerario y una ambulancia con una médico al mando, que no tardó en ser convencida de que su presencia allí resultaba tristemente innecesaria.
A unos sesenta metros del cuerpo se apercibía la modesta presencia de un Fiat Panda de color rojo, que tenía abierta la ventanilla del acompañante y que conservaba puestas las llaves; un dato que apunta a que el conductor abandonó el vehículo precipitadamente. Además, la matrícula italiana (CJ277VZ, provincia CO) hizo sospechar que el fallecido podría tener esa nacionalidad, lo que se vio ratificado poco después por la documentación que portaba la víctima. Aunque la certeza se vio desmontada finalmente, al determinarse que la identidad que figuraba en los documentos era falsa. De todas estas circunstancias, los investigadores extrajeron una primera conclusión: el muerto es aparentemente italiano, aunque vivía bajo una identidad inventada y ello apunta además a que estaba inmerso en actividades ilícitas. La manera en que fue ajusticiado, de corte claramente mafioso, añade un indicio más a la teoría de que se trata de un ajuste de cuentas.
La disposición del cuerpo y del vehículo, que fue minuciosamente examinado en busca de cualquier vestigio o prueba, indicaban que la víctima, de unos 35 años, podía haber llegado al lugar acompañado por otras personas, que quizás viajaban en otro coche, y al ser consciente de que pretendían darle muerte, le había impulsado a iniciar una veloz huida, en dirección a la carretera. Debió de ser alcanzado antes de pisar el asfalto, y su perseguidor le descerrajó tres tiros en el pecho, a corta distancia, con un arma de pequeño calibre.
En manos de la forense
El cadáver fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Cartagena, donde la forense que ayer se encontraba de guardia le practicó la autopsia. Los resultados de la misma no han trascendido, aunque para los investigadores resultaba evidente que la causa del óbito respondía a los perniciosos efectos causados por las balas en varios órganos vitales. Lo complicado ahora será encontrar a quien apretó el gatillo.
El juez ha declarado el secreto de las diligencias.
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