El Gobierno enfrenta la fase final del debate de los Presupuestos de 2012, con la intervención de los representantes del Grupo Mixto y el portavoz del PP y las enmiendas a la totalidad que, presumiblemente, rechazará. Cristobal Montoro defendió ayer a capa y espada los recortes del gasto y las medidas extraordinarias que incluye su proyecto de Presupuestos para 2012, como la amnistía fiscal, porque considera que «no hay alternativa» a su política de austeridad extrema si se quiere recuperar la confianza de los mercados y salvar lo esencial del estado de bienestar. Ese es, dijo el ministro de Hacienda, «el camino más corto para atajar la crisis».
Las horas de explicaciones de Montoro desde la tribuna del Congreso no convencieron a ninguno de los grupos parlamentarios, que reiteraron su rechazo a unas cuentas obsesionadas con el cumplimiento del objetivo de déficit público marcado por la UE y que meten la tijera en educación, infraestructuras o investigación, principalmente, justo las áreas que la oposición piensa que podrían sacar a España de la recesión. El diagnóstico general es que traerán más retroceso y más paro.
Las apelaciones del ministro de Hacienda a «la responsabilidad» y a cerrar filas con el Gobierno para «tranquilizar a quienes nos observan» cayeron en tierra yerma. Volvió a fallar en su intento de lograr la complicidad de CiU, el único grupo con el que hasta ahora había podido pactar reformas económicas, por lo que abandonó el hemiciclo resignado a que este miércoles tendrá que rechazar en solitario las diez enmiendas de devolución de los Presupuestos al Gobierno, presentadas por la oposición en bloque. El peor escenario que preveía el Gobierno.
Montoro admitió que los recortes que exigen las cuentas no son «nada amables», pero aseguró que no ha tenido más remedio que impulsar estas drásticas medidas por la «gestión irresponsable» del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que llevó España «al límite», dejó el déficit público en el 8,5%, en vez de en el 6% anunciado, y legó a Mariano Rajoy «la herencia más grave de la historia reciente». El ministro, pese a las críticas generales, avisó de que el cumplimiento del objetivo de 5,6% de déficit es «irrenunciable» y que el Gobierno se va a encargar de garantizar que las comunidades autónomas y los ayuntamientos, que son quienes «mayores dudas» generan en el exterior, cumplan también con su parte a rajatabla.
De hecho, la herencia recibida centro el tensó debate entre Montoro y Alfredo Pérez Rubalcaba, quienes se acusaron mutuamente de «engañar» con este asunto. El titular de Hacienda insistió en que Zapatero mintió a Rajoy durante el traspaso de poderes al ocultarle la desviación del déficit de 2011 hasta más de 8% cuando los técnicos del Ejecutivo ya lo pronosticaban. El líder de la oposición respondió que es Montoro quien miente porque el anterior presidente les contó las cifras que había en diciembre y solo en febrero se conoció la desviación, causada fundamentalmente por la caída de ingresos en las autonomías. «¿O es que Esperanza Aguirre también les engañó?», preguntó en referencia al desfase de mil millones que registró la Comunidad de Madrid.
Recortes ideológicos
Rubalcaba, en un discurso duro, señaló que la herencia socialista no es más que la excusa del Gobierno para hacer los recortes ideológicos «que quiere», obsesionado por la reducción del déficit. Entiende que con su empeño de «ser más alemanes que los alemanes», en referencia a la política ultraliberal de Angela Merkel, han apostado por un ajuste duro que «solo va a conseguir una quiebra social» y el aumento de las protestas populares.
El líder socialista, que prometió que su partido nunca cobrará a los pensionistas por los medicamentos, calificó los recortes en Educación de «inaceptables» y aseguró que dejar a los inmigrantes irregulares sin sanidad es «xenófobo», al tiempo que defendió que sí hay otra política económica posible sin tomar estas medidas. En su opinión, la amnistía fiscal que pondrán en marcha los Presupuestos es «inmoral» y exigió al Gobierno que haga pública la lista de beneficiarios porque cree que nada asegura que esta vía no sea un refugio para narcotraficantes y corruptos.
Rubalcaba, pese a que debatía con Montoro, en todo momento se dirigió a Rajoy, que le escuchaba desde su escaño en el banco azul. Señaló que el auténtico problema de fondo es que el presidente del Ejecutivo ha puesto en marcha el programa liberal que ocultó a los electores y pronosticó que su caso lo estudiarán los politólogos porque «no ha habido político en el mundo que haya hecho tantas cosas distintas a las que dijo que iba a hacer en tan poco tiempo».
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