Mar de Músicas
Los abuelos más funkys, la Orquestra Poly-Rythomo de Cotonou, también en el festival
La Penguin Café Orchestra fue una unión libre de músicos encabezada pro el guitarrista, compositor y arreglista Simon Jeffes. Sólo Jeffes y la cellista Helen Liebmann eran miembros permanentes del grupo. Otros músicos ese incorporaban por el requerimiento de las piezas musicales. Su música, de no fácil clasificación, tiene elementos de música folk y una estética minimalista. La Penguin Café Orchestra grabó y actuó durante 24 años, hasta el fallecimiento de Jeffes. Trece años después reaparecen, con el hijo de Simon a la cabeza. Su único concierto en España es en el festival La Mar de Músicas. El jueves 22 a las 22:30 horas en el Patio de Armas. Ese mismo día, a las 20:00 horas en la plaza del Ayuntamiento actuarán los abuelos más funkys de Africa, la Orquestre Poly-Rytmo de Cotonou.
Decía Simon Jeffes que la Penguin Café Orchestra había nacido del placer y vivía por la necesidad de dar placer. El bueno de Simon ya no está entre nosotros -nos dejó en 1997 por culpa de un tumor cerebral- y quien ahora regenta la orquesta del Café del Pingüino es su hijo Arthur, que toca el piano y el armonio.
El padre de Arthur consideraba a la Penguin una formación abierta en la que los músicos venían y se iban, y casi nunca repetían. Una aproximación a la música que, en su opinión, permitía una enorme libertad y una sana democracia. Para poder tocar obras tan deliciosas como 'Music for a found harmonium', 'Preludes & yodels', 'Perpetuum mobile', 'Southern Jukebox Music' o la popular 'Telephone and rubber band', basada en la inconfundible señal de un teléfono inglés.
La nueva encarnación de la Penguin -con miembros del Royal College of Music, Suede, Gorillaz o Delakota, y el nombre de 'Music from The Penguin Café'- grabó su primer disco durante un concierto en el Royal Albert Hall de Londres. "Penguin Cafe sigue ocupando un lugar único en la música: nada jamás ha sonado igual. Excéntrica, encantadora, sorprendente, complaciente, seductora, cálida, segura, modesta e inolvidable: es un verdadero amigo", dice Brian Eno. Lo que hacen lo definió Simon Jeffes, que llegó a trabajar como productor y/o arreglista hasta con Malcolm McLaren y los Sex Pistols, como "folclor imaginario" y "música de cámara moderna semi-acústica". Arthur explica que su música vendría a ser "un gran sí a la supervivencia del corazón en un tiempo en que el corazón está siendo atacado por las fuerzas de la indiferencia, la oscuridad y la represión".
El primer disco, 'Music from the Penguin Café', lo publicó en 1976 Eno en su sello Obscure. En las portadas aparecían pinturas surrealistas con hombres y mujeres desnudos en escenarios extraños, llevando máscaras de pingüinos. Curioso saber cómo se le ocurrió a Simon Jeffes la idea de la orquesta: "En 1972, en el sur de Francia, comí ostras en mal estado. Estaba en la cama, sintiéndome muy mal, y tuve la extraña visión, una alucinación, de un mundo donde cada uno vivía aislado en pequeños cubículos, sin dirigir la palabra a nadie, dentro de un edificio de hormigón con un ojo electrónico que lo escaneaba y controlaba todo. En una de las habitaciones una pareja hacía el amor sin amor, en otra una persona se miraba al espejo y en la tercera un músico estaba escuchando música en sus cascos, pero no se oía nada. Todo en silencio. Gris y anónimo. Un lugar desolador. Al día siguiente, ya un poco mejor y en la playa, un poema surgió en mi cabeza. Empezaba diciendo "Soy el propietario del Café del Pingüino. Te voy a contar cosas al azar". Jeffes pensaba que si evitas la naturaleza fortuita de la vida con el fin de tener una agradable vida ordenada estás matando lo más importante.
Orchestre Poly-Rythmo de Cotonou en la plaza del Ayuntamiento
Se ha llegado a decir que eran el secreto mejor guardado de África occidental. En marzo, antes de su gira por Estados Unidos, el Tout Puissant (Todopoderoso) Orchestre Poly-Rythmo de Cotonou, orgullo de la República de Benin, ha recorrido capitales como Dakar, Accra, Bangui, Niamey o Ouagadougou para celebrar el medio siglo de independencia de algunos países africanos. Todo un evento. Mucha gente pensaba que habían muerto o que ya no tocaban. Los periodistas acuden a las ruedas de prensa para comprobar si es cierto que la legendaria Poly-Rythmo, orquesta fundada en 1968, ha regresado.
Élodie Maillot, periodista en Radio France, se tiró a la piscina: se ha convertido en su representante. La intrépida francesa cuenta en su blog las vicisitudes de viajar al frente de un grupo de músicos sexagenarios. Eso sí, sus músicos -los abueletes más funkys de África, los llama ella- siempre están dispuestos a salir de viaje. Maillot asegura que, por ejemplo, todos los nigerianos de 7 a 77 años son capaces de cantar alguna canción suya porque éxitos como 'Gbeti madjro' han seguido sonando en las fiestas.
Difícil encontrar un artículo sobre la orquesta en la que no aparezca antes o después la temida palabra vudú. Normal. Benin es la cuna del vudú. Y, en los rituales del vudú, próximo al candomblé brasileño o la santería cubana, siempre hay música. Polirritmias complejas que viajaron con los esclavos al Nuevo Mundo. 'The vodoun effect' se titula un disco que recupera en CD y en vinilo catorce grabaciones de 1972 a 1975. Están disponibles actualmente en el mercado occidental varias reediciones en compacto de sus grabaciones de los años setenta. Conviene saber que, entre 1970 y 1983, la Poly-Rythmo de Cotonou grabó por lo menos 500 canciones. Aunque tenían contrato de exclusividad con Albarika Store lo cierto es que la orquesta grabó 'en secreto' con toda una serie de pequeños sellos. Las tiradas eran ínfimas. Y hoy sus vinilos cotizan bien en la red.
La Poly-Rythmo logró unir en su música ritmos derivados del vudú como el 'sato' o el 'sakpata' -que se supone protege contra la viruela- con soul, funk, caribeño... Lo hizo con un viejo órgano eléctrico, metales con agallas, guitarras psicodélicas y las poderosas percusiones del vudú. El fundador de la orquesta, Mélomé Clément, y otros dos miembros originales, el bajista Bentho Gustave y el cantante solista Vincent Ahehehinnou, con nuevas incorporaciones terminaron de grabar hace unos meses en París su primer disco nuevo en veinte años.
Es el retorno de unos músicos africanos que tienen fascinados a gente como Gilles Peterson o los chicos de Franz Ferdinand (Nick McCarthy y Paul Thomson no han parado hasta tocar con ellos en Marsella). En la revista francesa Les Inrockuptibles puede leerse: "Es como sentir que atraviesan un muñeco con tu cara y que es James Brown quien maneja las agujas".
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