| 2-2 ante un Madrid poderoso
- Ni una sola parada de Casillas pese al 70 por ciento de posesión culé
- Sin profundidad por los extremos, el Madrid controló bien el centro
- Di María, Özil y Cristiano se entregaron también al trabajo defensivo
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Dos remates entre los tres palos y dos goles. Uno por error de Pepe y otro merced al indefendible tiro libre de Messi. A eso y a otros 10 remates fuera se redujo el caudal ofensivo de un Barcelona que marchó a remolque durante demasiados minutos del Clásico. El 70 por ciento de posesión apenas afectó a la portería rival, donde Casillas no tuvo que meter una triste mano durante toda la noche.
Ni una sola parada del mejor portero del mundo y menos agobios de lo habitual para una defensa que controló bien las habituales combinaciones azulgranas por el centro. Sin las aceleraciones de Pedro, lesionado Alves, controladas las subidas de Jordi Alba, el conjunto de Vilanova se atascó por el medio. Sin romper el orden blanco, salvo con alguna pincelada de Iniesta o Messi.Las ayudas de Di María a Arbeloa, el esfuerzo en la recuperación de Khedira o el mismo Özil, bloquearon la creatividad culé. De modo que en el ecuador del primer tiempo, con 0-1, el centro del campo blanco había tomado el control de la situación y ponía al rival contra las cuerdas. Ahí dejó escapar la presa el Madrid. Su delantera no supo explotar las deficiencias de una zaga privada de tres titulares indiscutibles.17 faltas frente a 16
Mascherano iniciaba desde atrás, mientras Xavi buscaba fluidez. No obstante, casi todo el peligro se reducía a las arrancadas de genio de Messi. Porque a Iniesta, que regresaba de una lesión, le faltó continuidad. Y porque Fábregas no hacía olvidar a David Villa, de nuevo exiliado en el banquillo. Vilanova ni siquiera agotó los tres cambios para darle una oportunidad. El dominio de su equipo únicamente fructificó en cuatro acciones en el área en 90 minutos.Por el contrario, el plan ofensivo del Madrid, sencillo y preciso, con ideas claras para aprovechar los espacios a la espalda, generó más inquietud a Valdés. Cualquier mala entrega en la medular se canalizaba en contragolpes. Con la zancada larga de Cristiano y Di María o la clarividencia de Özil o Benzema, la inédita defensa local nunca debió despistarse. El Barça cometió 17 faltas, una más que los de blanco.Un panorama casi en las antípodas de los crispadísimos Clásicos de 2011. Entonces, el conjunto de Mourinho no dudaba en sujetar al adversario de cualquier manera. Si sirve de ejemplo, en la vuelta de semifinales de Champions, cometió 30 infracciones. Tampoco precisó de apretar tan arriba como en los duelos recientes. La presión se limitó a la zona ancha y hasta Cristiano Ronaldo se animó a desdoblarse hacia atrás. Con ese plan, negó el fútbol del Barça menos profundo de los últimos tiempos.
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