21.04.13 - 00:35 -
ALEXIA SALAS |La Verdad
Despejar el horizonte del Mar Menor de barcos estacionados indebidamente ha sido la asignatura pendiente de sucesivos gobiernos locales. Cientos de embarcaciones que invaden sin control algunas playas -Barnuevo y Pescador en La Ribera, y de La Isla a Castillo de Mar y Martinique en La Manga- en lugar de estar en los puertos deportivos, con lo que restan el espacio legítimo de baño público y empeoran la calidad de las aguas. Cientos de propietarios que, en lugar de pagar el alquiler de un punto de atraque, optan por arrojar un bloque de cemento -un 'muerto'- a los fondos protegidos del Mar Menor, para amarrar su barco en el lugar que más le conviene para su comodidad.
«Hay entre 1.200 y 1.500 'muertos' en el fondo para uso irregular, más los 300 ó 400 que se sitúan al refugio del Club Náutico de La Ribera, y eso perjudica la calidad de las aguas, nos ocasiona serios problemas cuando vamos a solicitar las banderas azules para las playas y perjudica los fondos protegidos del Mar Menor», señala el concejal de Turismo, Antonio Martínez. No es problema exclusivo de La Ribera, aunque sí una molesta invasión que ha crecido en los últimos años. «En La Manga hay unos 800 barcos en las mismas condiciones», indica el edil, que ha decidido dar solución al problema hasta ahora irresoluble. «Las redes antimedusas, que delimitan las zonas de baños, ampliarán el perímetro de protección para los bañistas, pero ya hemos empezado a poner pegatinas en los barcos estacionados de forma irregular para informarles de que deben salir fuera de la franja de 200 metros de la costa que delimitamos con boyas», asegura el concejal. «Si no lo respetan, Capitanía Marítima podrá emprender las acciones oportunas», afirma.
Un proyecto ecológico
El Ayuntamiento ha pedido sin embargo permiso a Costas para el proyecto que, según el edil, será la solución definitiva: la creación de puntos de amarre en El Atalayón, una franja costera sin playa, bordeada de pinos, que alberga la escuela de vela Socaire. «Se ha encargado al ingeniero una solución para barcos de diferentes esloras, sin pantalanes, con el mínimo impacto, un proyecto ecológico», afirma Martínez. «No queremos que El Atalayón sea un puerto deportivo, ni siquiera un fondeadero, sino un 'parking de barcos' en el agua para evitar problemas de contaminación y de acumulación de 'muertos'», explica. El Ayuntamiento ha pedido «la autorización temporal a Costas de entre 50.000 y 100.000 metros cuadrados», cuyo canon de ocupación tendrá que repercutir en la tasa que paguen los propietarios de los barcos por el derecho de fondear.
Aún no está claro cómo se financiará el aparcamiento marítimo: «si la gestión es directa tendría que costearlo el Ayuntamiento, o bien adjudicar su explotación», señala el concejal.
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