Toché y Tato, dos delanteros de la Región, liquidan a un Rayo que se hundió tras la rojaa Movilla. El Efesé completa una gran segunda mitad y se acuesta como líder
FRANCISCO J. MOYA.- 2-0
Hay que repetirlo. Aún a costa de hacerse pesado. Latoso, para algunos. El FC Cartagena no para de crecer desde aquella maravillosa tarde de mayo en la que Juan Pablo empujó a la red aquel pase de Carmona y una afición aletargada durante dos décadas -en coma profundo, para muchos- se echó a la calle. Desde entonces, digo, este club no para de crecer. En calidad y cantidad. Enorme la respuesta de la grada. Fantástico el ambiente. Inmenso el equipo en el segundo acto, donde contó con la colaboración de un inocente Movilla, que se autoexpulsó en la primera jugada de la segunda mitad y concedió a los locales los espacios que éstos necesitaban para adueñarse de un partido que en la primera mitad no había tenido un dominador claro.
Y es que desde la primera jugada se vio que Cartagena y Rayo no estaban dispuestos a cometer ningún error. Lo primero, la portería a cero. Así, ninguno de los dos quiso exponer nada. El Cartagena buscó tocar la pelota desde atrás, aunque al menor atisbo de problemas, Pablo Ruiz y Cygan se encargaban de enviar balones en largo a un Toché que tuvo que pelearse con un notable José Serrano y un decente Salva. Hasta el minuto 25 no pasó nada. No había ocasiones, pero tampoco se aburría el personal, ya que el partido tenía intensidad y ritmo. Los 34 grados y la sensación de calor sofocante no hacía mella en los dos futbolistas. Más efecto hacía el respeto que se tenían los dos equipos.
Una pillería
Por eso, el marcador sólo se movió como suele ocurrir en estos casos: a balón parado. A la media hora, el Efesé marcó el 1-0 porque tiene a uno de los jugadores más pillos de toda la Liga Adelante. Los 35 años de Víctor Fernández sirven para sacar un gol de donde no hay casi nada. En una falta lateral a favor del Efesé, el ex delantero de Villarreal y Valladolid aprovechó que toda la defensa del Rayo discutía con De Lucas, por no haber lanzado el balón fuera unos segundos antes, cuando Pacheco hacía teatro tumbado en el medio del campo, para sacar rápido al segundo palo y servir en bandeja el gol a un Toché que ha llegado en estado de gracia al Cartagena. Otra vez, de cabeza. Otra vez, a balón parado. Otra vez, la conexión Víctor-Toché.
Sin hacer gran cosa en ataque, los hombres de Juan Ignacio Martínez se pusieron por delante y dieron un paso atrás, confiados en una zaga que mejora de manera muy considerable con Monsieur Cygan al mando y en que algún contragolpe acabara con el 2-0. El Rayo Vallecano, como conjunto al que le gusta tratar bien el balón, aceptó la propuesta y pasó a dominar la situación. Tras un saque de esquina, Jofre estrelló en el larguero un zurdazo envenenado. Tras el susto, llegó el descanso.
Movilla, insensato
Gracias a la expulsión de Movilla, a quien ya le habían perdonado la roja en la primera parte, el medio del campo del Cartagena se liberó de sus ataduras y, con un Longás pletórico, el cuadro local comenzó a desarbolar a los de Pepe Mel, un equipo con muy buena pinta pero que ayer, afortunadamente para el Efesé, se quedó en simples amagos. En uno de ellos, Rubén enmendó un error inicial en una salida para Míchel. Fue la única noticia de la delantera vallecana en todo el segundo acto.
La última media hora se convirtió en un monólogo del Cartagena, llevado en volandas por una afición volcada y que sigue soñando despierta. Víctor, tras una grandísima jugada de Longás, se entretuvo para hacer el 2-0, cuando estaba solo delante de Cobeño. Después, el árbitro anuló un gol por fuera de juego a Sielva, muy activo por la izquierda. Y Toché envió un tiro a los pies de Cobeño cuando De Lucas, tan desequilibrante como en Girona, lo dejó solo ante el meta del Rayo.
Fueron pasando los minutos y el Efesé se gustaba. No llegaba la sentencia, pero a nadie le importaba demasiado. El equipo jugaba con alegría y la gente era feliz. Mientras, el Rayo -muy mermado físicamente y con poca intención de irse con todo a buscar el 1-1- apenas salía de la cueva y Rubén Castro, su hombre más peligroso, no daba señales de vida.
El Cartagena no sufrió y Tato, en posición más que dudosa, anotaba el tanto que se le negó el sábado pasado en Girona. Le vendrá bien para coger confianza, aunque el 2-0, que llegó tras una serie de rechaces dentro del área, fue una anécdota. También fue el broche de oro para un gran debut en el Cartagonova, tras 21 años de destierro. Lo del liderato, compartido con el Recreativo de Huelva de Carlos Carmona, es otra anécodota, aunque desde luego es un regalo para una afición que tanto ha sufrido en las dos últimas décadas. Quédense con el dato: ya sólo quedan 44 puntos para salvarse. Es lo que todos repiten dentro del vestuario. Es verdad.
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