Pedro Antonio Cegarra, Juan Martínez, Manuel Alonso e Isidro García se dan cita cada mañana junto a otros vecinos en la Plaza del Minero, en pleno corazón de El Llano del Beal. Conversan, discuten de política, leen la prensa que compran del quiosco de Bea y aguardan, esperanzados, a que algún empresario agrícola vaya a buscarlos para ofrecerles trabajo. Pero esto último muy pocas veces pasa. Entre tomar un café en el bar 'Me quedo', que hay junto a la plaza, y una cerveza poco más tarde en 'La Posada' o en la 'Casa del Pueblo', al otro lado de la calle, pasan la mañana a la espera de ir a recoger a sus hijos al colegio a mediodía. Por la tarde se repite la historia, la misma que desgraciadamente vive el 75% de los vecinos, en edad de trabajar, que están en paro.
Y es que en El Llano no hay mucho que hacer. Es un pueblo en paro y parado. El trabajo escasea, y más en invierno, y el tiempo libre sobra. Tres de cada cuatro vecinos en edad de trabajar están registrados en las oficinas del Instituto Nacional de Empleo (Inem).
La vida de Pedro Antonio, Juan, Manuel e Isidro es sólo un ejemplo del drama que viven la mayoría de las familias de este pueblo, que un día, cuando hace treinta años la minería estaba en pleno apogeo, rozó casi el pleno empleo.
«Llevo más de tres años en paro. Siempre me he dedicado a la construcción y ahora, si quiero encontrar un trabajo, me tengo que sacar un carné especial para el que no dan nada de facilidades», cuenta Pedro Antonio Cegarra, un parado de 40 años, de camino a su casa. La última vez que trabajó fue el verano pasado, en un campo de golf de La Manga, durante dos meses. «Desde entonces no he encontrado un empleo. Por aquí no hay nada», agrega.
Beatriz Ortíz es la dueña del quiosco de la Plaza del Minero y cada día se da cuenta de la situación por la que pasan sus vecinos. «Todas la mañana se juntan aquí entre veinte y veinticinco hombres, todos en paro. A veces viene alguien buscando trabajadores, pero en ocasiones contadas», señala.
Hasta el año 1989 la mayoría de los vecinos de El Llano del Beal trabajaba en la minería, pero tras la desaparición de la empresa Peñarroya la faena decayó y casi todos se pasaron al sector de la construcción y de servicios. Con la llegada de la crisis, hace más de dos años, muchos se quedaron sin trabajo. Ahora no hay forma de volver al tajo.
Sólo cuatro meses al año
«El 80% de los vecinos trabajaban en la construcción y el resto en La Manga, en bares y restaurantes, pero ahora en nada. Pasan los cuatro meses del verano trabajando y el resto del año, cobrando el paro y la ayuda familiar», explica Manuel Alonso López, que ahora está de baja laboral.
La sección sindical de UGT de El Llano ya se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento y con Hostecar para organizar cursos de formación en el sector hostelero. «La idea es que los parados puedan aprender el oficio de camarero, ayudante de cocina o sacarse el carné de manipulador, para que cuando llegue la temporada de verano tengan más posibilidades de encontrar un puesto de trabajo en bares, restaurantes y hoteles de La Manga», indica el responsable del sindicato, Mariano Mateo.
El Llano es un pueblo que se caracteriza por tener una media de edad muy alta. De sus 1.300 vecinos, seiscientos están en edad de trabajar. Y de ellos más de 450 son desempleados. Los pocos que trabajan es porque tienen su propio negocio o lo hacen en la agricultura como peones.
Antonio Lorente Martín es desde hace ocho meses el dueño del bar 'La Posada' y dice que entre que los vecinos no pueden gastar y la ley antitabaco casi nadie entra ya a su bar. «Aquí están todos parados, incluso yo, el dueño del bar, porque no hay clientes», comenta.
La situación para muchos vecinos llega a ser extrema, máxime para aquellos que ya han dejado de cobrar el paro y la ayuda familiar. Ellos son los parados de larga duración, sobre todo personas mayores de cincuenta años, que ya ven muy difícil encontrar un trabajo.
Problemática comarcal
«Llevo dos años y medio en el paro y ya estoy desesperado. Falta poco para que haga una locura, porque esto no se puede soportar por más tiempo, no hay nada de trabajo», comenta un vecino de 55 años que no quiere que su identidad trascienda.
El caso de El Llano es único en la comarca pero muy parecido al que viven otros pueblos como El Algar, El Beal y El Estrecho, donde el número de parados también es muy elevado. Aunque no llega al 75%.
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