Promete continuismo en lo economía y cambio de rumbo en la político exterior
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Hora América - Dilma Rousseff, primera mujer en llegar a la presidencia de Brasil - 02/11/10
Los 8 años de Lula, en cifras
- PIB: creció un 27,6% entre 2003 y 2009 (ritmo medio anual: 4%).
- Empleo: crecimiento del 7,71% respecto a 2009.
- Pobreza: del 35% en 2002 hasta el 24,1% en 2008.
- Brecha social: unos 25 millones de personas han ascendidio a la clase media.
- Analfabetismo: 9,7% de la población con más de 15 años.
- Tasa de escolaridad: 7,2 años de estudio
- Inflación: 5,25%
- Tasa básica de interés: 10,75%
- Divisa: el real acumula una apreciación del 108% frente al dólar.
ESTEFANÍA DE ANTONIO
01.01.2011 - 12:06hCon sus tobillos hinchados colgando de un sofá morado, Dilma de Lima, de 72 años, se regodea en su nuevo apartamento, construido por el gobierno, y al que por fin puede llamar 'hogar' tras toda una vida de miseria en las favelas de Brasil.
"La vida nunca ha sido mejor. Duran décadas he vivido en una choza donde se filtraban las aguas residuales cada vez que llovía. La falta de ventanas empeoraba mi bronquitis. Ahora mi salud ha mejorado", recuerda Lima en una entrevista con Associated Press. "Doy gracias a Lula, el salvador de los pobres".
La historia de Lima y la de otros cientos de miles de brasileños es el testigo envenenado que Luiz InácioLula da Silva entrega este sábado a su elegida, Dilma Rousseff, la primera mujer que presidirá Brasil, en una ceremonia en la capital a la que asistirán al menos doce jefes de Estado y delegaciones de otros 34 países.
Entre los invitados a la investidura de Rousseff estarán once mujeres con las que compartió celda durante los casi tres años que estuvo presa por sus vínculos con grupos alzados en armas contra la dictadura.
La ecuación económica de Lula
Rousseff hereda una de las economías más potentes del mundo, que ha conseguido pasar de puntillas sobre la crisis económica mundial, pero afronta también el que será uno de sus principales retos en estos próximos cuatro años de legislatura: borrar la sombra de su carismático mentor, que abandona el poder con casi un 90% de popularidad entre los brasileños.
"Su desafío es llenar el enorme espacio que deja Lula", afirma Paulo Sotero, el director del Instituto de Brasil del Woodrow Wilson Center in Washington.
La "Dama de hierro" nacida hace 63 años en Belo Horizonte sabe, como buena economista, que tendrá que demostrar si la ecuación que asocia invariablemente el nombre de Lula con el progreso económico del país puede cambiar con un nuevo coeficiente.
"El Brasil que le entregaremos a Dilma tiene la persepectiva de transformarse en los próximos seis años en la quinta mayor economía mundial", afirmó un eufórico Lula a comienzo de mes.
Con una proyección de crecimiento económico del 7,5% para este año, del 4,5% para 2011 y cifras récord de creación de empleo, Lula termina ocho años de Gobierno en los que Brasil ha sorteado la crisis mundial y se ha convertido en el país emergente de moda.
"Si ella pueda continuar haciendo esto, la gente la abrazará como hicieron con Lula. Si la economía se tambalea, ella tendrá problemas", asegura James Green, profesor de estudios brasileños en Brown University.
Las asignaturas pendientes
Pero Lula no se va con todos los deberes hechos. A pesar de los importantes avances sociales, a Rousseff le queda mucho por hacer en áreas como la salud, la educación y saneamiento básico.
El analfabetismo sólo bajó del 11,8% al 9,7 entre 2002 y 2009, lo que significa que en el país todavía hay 14,1 millones de personas que no saben leer y escribir, y la tasa de escolaridad se mantuvo casi en el mismo nivel que la de Zimbabue (7,2 años de estudios).
Al igual que el mandatario no ha conseguido erradicar el analfabetismo, tampoco ha cumplido sus promesas de aunmerar la inversión pública en la salud y de mejorar el saneamiento básico en un país en el que 32 millones de personas aún carecen de alcantarillado.
Los programas sociales del Gobierno y el buen ritmo de la economía brasileña han permitido que la pobreza se redujera en 10 puntos, aunque no se ha conseguido cerrar la brecha.
El reto de la variopinta coalición
Y para aprobar una futura batería de medidas sociales, Rousseff tendrá que asegurarse el apoyo de la variopinta coalición de gobierno, que abarca desde la izquierda moderada hasta la derecha más rancia, y que Lula supo mantener unida gracias a su bagaje político y su inestimable carisma.
Para ello, Rousseff contará con Antonio Palocci, ex ministro de Hacienda y dirigente histórico del Partido de los Trabajadores, al que ha elegido como ministro de la Presidencia para que haga las veces de "bombero" del gobierno.
En el encaje de bolillos que fue la formación de su Gobierno hace más de una semana, le ofreció al PT 17 de los 37 ministerios y dejó con 6 al influyente Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). El resto lo distribuyó entre otros cinco de los once partidos de la coalición, de los cuales cuatro quedaron sin representación en el gabinete.
Brasil reivindica su peso en el exterior
Su carácter fuerte, distante, comedido y poco dado a las bromas puede que sea una barrera dentro de las fronteras de su país, pero fuera de ellas puede ser una de sus principales bazas.
"Algunas veces, en los últimos dos años, parecía que Lula estaba más dominado por su propio ego, por su propia persona, que por los intereses nacionales", critica Sotero, que considera que la falta de carisma de Rousseff puede ser una ventaja para Brasil en las relaciones exteriores y el regreso de una diplomacia más tradicional.
Rousseff está decidida a dar un impulso a las relaciones internacionales de Brasil poniendo mayor énfasis en los derechos humanos. Una de sus principales tareas será reparar las relaciones con Washington que, como la propia Dilma, no acaba de entender ni perdonar el acercamiento de Lula al régimen iraní.
Sin embargo, no se puede discutir que la ex guerrillera marxista hereda un Brasil más respetado en el exterior, que ha sabido consolidar su peso internacional como gigante suramericano.
Con un récord de 252 viajes al extranjero, Lula ha dinamizado las política externa de Brasil logrando un papel activo en las negociaciones nucleares con Irán, ganando voz en las reuniones del G20 y en foros como el BRIC, consolidándose com bisagra entre los países de izquierdas y derechas en Amércia Latina y potenciando las relaciones con África y China, su principal socio comercial.
Aunque el adiós del presidente de la clase obrera por todo el país ha estado plagado de conmovedores y lacrimógenos mítines, hay signos de que los brasileños están listos para pasar la página de la era Lula y probarse a sí mismos que el éxito del país no depende sólo de un hombre. Ese es el reto de Rousseff. Si no, Lula no ha cerrado del todo la puerta a que el testigo que ahora pasa a Dilma, le sea devuelto en las elecciones de 2014.
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